COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1,CAPÍTULO 12

Tomo I 3- CRISTO EN LA BARCA Esto siempre nos basta. Descansemos con calma en él. ¡Ojalá que, en el fondo de nuestros corazones, siempre pueda haber esta calma profunda que proviene de una verdadera confianza en Jesús. Entonces, aunque la tempestad ruja y se encrespen las olas hasta lo sumo, no diremos: “¿No tienes cuidado que perecemos?” ¿Podemos acaso perecer con el Maestro a bordo? ¿Podemos pensar eso alguna vez, teniendo a Cristo en nuestros corazones? Quiera el Espíritu Santo enseñarnos a servirnos más plena, libre y ardientemente de Cristo. Realmente necesitamos esto justamente ahora, y lo necesitaremos cada vez más. Nuestro corazón debe asir a Cristo mismo por la fe y gozar de él. ¡Que esto sea para su gloria y para nuestra paz y gozo permanentes! Podemos señalar todavía, para terminar, cómo afectó a los discípulos la escena que acabamos de ver. En lugar de la calma adoración de aquellos cuya fe ha recibido respuesta, manifiestan el asombro de aquellos cuyos temores fueron objeto de reproche. “Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” (v. 41). Seguramente, tendrían que haberlo conocido mejor. Sí, querido lector, y nosotros también.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario