COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO1 CAPÍTULO 57

Tomo I 10- “HERMANOS SANTOS” ¡Qué maravilloso es esto!, pero así lo es. Él toma parte en todas nuestras pequeñas pruebas, en nuestros dolores más despreciables, en nuestros conflictos y ejercicios de corazón, como si no tuviera otra cosa en que pensar. Cada uno de nosotros posee la atención y la simpatía indivisas de su grande y amante corazón, en todo lo que pueda surgir durante nuestro curso a lo largo de esta escena de pruebas y de dolores. Él la recorrió toda. Conoce cada paso del camino. Podemos discernir la huella bendita de sus pisadas a través del desierto, y, mirando a lo alto los cielos abiertos, le vemos en el trono, a Él, al Hombre glorificado, pero al mismo Jesús que estuvo aquí abajo; las circunstancias en que estuvo han cambiado, pero no así su corazón tierno, amante y lleno de simpatía: “El mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Tal es, pues, amado lector cristiano, el gran Sumo Sacerdote que somos exhortados a considerar. Realmente, tenemos en él lo que responde a todas nuestras necesidades. Su simpatía es perfecta; su intercesión prevalece sobre todo, y nuestros sacrificios, para Él, son hechos aceptables. Bien podemos decir: Lo tenemos “todo, en abundancia” (Filipenses 4:18 - V.M.). Y ahora, como conclusión, echemos un vistazo a la exhortación de Hebreos 10:24: “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.” La conexión moral de este pasaje con el que nos ha ocupado primeramente, es verdaderamente hermosa. Cuanto más atentamente consideremos a Jesús, tanto más aptos y dispuestos estaremos para considerar a todos los que le pertenecen, quienesquiera que sean y dondequiera que se encuentren. Mostradme un hombre lleno de Cristo, y yo os mostraré a un hombre lleno de amor, de solicitud y de interés por cada miembro del Cuerpo de Cristo. Así debe ser. Continuará...

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