COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 65

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Pero ahora, el pecado que había sido puesto sobre él, fue quitado por su muerte; y, como testimonio de que todo ha sido quitado, él resucitó de entre los muertos, y entonces declara ese nombre, sin decir primero vuestro Padre o nuestro Padre (esto no hubiese estado a la altura de su gloria, al margen de cuál haya podido ser su amor), sino “a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Así, lo que Dios es como Padre para él, descansa ahora sobre aquellos por los cuales murió, sobre aquellos cuyos pecados fueron borrados por la sangre de la cruz. Pero esto no es todo. La aceptación perfecta y manifiesta del Hombre que Dios hizo pecado, ahora les pertenece por completo; no sólo el amor del Padre, sino la gloria y la luz de Dios. Es, pues, el amor, no solamente en cuanto a la relación, sino en su misma naturaleza; sí, y más aún: todo lo que Dios siente como Dios, todo lo relativo a él que fue reivindicado para siempre, no sólo pertenece a Cristo, sino que, como consecuencia de su obra, pertenece también a aquellos que descansan en esta persona y en esta obra. Tal es la fuerza y el resultado de la expiación. Y no sólo es para el cielo, porque él mismo lo dijo cuando estaba en la tierra. Iba al cielo; pero por sabias y serias razones, esto expresamente estaba revelado aquí a las personas que más lo necesitaban: a los pobres en espíritu, a los mansos, a sus discípulos a los cuales se dio a sí mismo como ejemplo de dependencia y de obediencia, de gracia y de justicia, de comunión feliz y apacible con su Padre. Pero si no los hubiese librado por gracia, todo esto sólo habría agravado la condición de ellos, que era tan inferior a la Suya. ¡Con qué fuerza, pues, la bendita verdad irrumpe en sus corazones! Dios mismo, el Padre del Señor Jesús, era el Padre de ellos, así como su Dios; todo lo que es en Dios como tal, estaba, por la obra de la cruz, tan completamente a favor de ellos, como todo lo que es en él como Padre. Y notemos que no es solamente “como el Padre que se compadece de los hijos”, sino que ahora se trata de algo incomparablemente superior a esto. Continuará...

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