COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 58

Tomo I 10- “HERMANOS SANTOS” Es simplemente imposible estar cerca de Cristo, y no tener el corazón lleno de los más tiernos afectos por todos los que le pertenecen. No podemos considerarle a Él, sin acordarnos de ellos y ser conducidos a servirles, a orar por ellos, a tener simpatía respecto a ellos de acuerdo con nuestra débil medida. Si oís que alguno habla en alta voz de su amor por Cristo, de su apego a su Persona, del deleite que halla en Él, y, al mismo tiempo, veis que no hay en esta persona ni amor por aquellos que pertenecen a Cristo, ni solicitud respecto de ellos, ni interés por sus circunstancias, ni buena disposición para dedicar tiempo y esfuerzo para ellos, ni sacrificio de sí mismo por amor a ellos, podéis estar seguros de estar en presencia de una profesión vacía y sin valor. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” Y todavía: “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1.ª Juan 3:16-18; 4:21). Son éstas palabras saludables para cada uno de nosotros. ¡Ojalá que hagan mella en el fondo de nuestro corazón! ¡Ojalá que, por la poderosa acción del Espíritu Santo, podamos ser hechos capaces de responder de todo nuestro corazón a estas dos importantes y acuciantes exhortaciones: Considerar al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, por una parte, y, por la otra: Considerar los unos a los otros! Y recordemos que una consideración conveniente de los unos por los otros jamás revestirá la forma de una curiosidad indiscreta, ni de un espionaje inexcusable: cosas que no pueden ser consideradas más que como la plaga y la destrucción de toda sociedad cristiana. No; es lo contrario de todo esto. Es la solicitud tierna y amante, que se expresa de una manera refinada, delicada y oportuna en todo servicio brindado, fruto del amor de una verdadera comunión con el corazón de Cristo.

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