COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 91

Tomo I 14 LA COMPASIÓN Y LA GRACIA DE JESÚS (Lea cuidadosamente Mateo 14:1-21 y Marcos 6:30-44) No es así con el Hombre perfecto, Cristo Jesús. Él tiene ambas cosas espacio y tiempo, para cada uno y para todos. No importa cuando, como o conque tu vienes, el corazón de Jesús está siempre abierto. Él nunca desechará, nunca fallará, nunca defraudará. ¿Si nosotros estamos en el dolor, qué debemos hacer? Simplemente debemos hacer tal como los discípulos del Bautista hicieron, “ir y decir a Jesús”. Esto es lo correcto de hacer. Permitirnos ir directamente desde la tumba a los pies de Jesús. Él secará nuestras lágrimas, aliviará nuestros dolores, sanará nuestras heridas y llenará nuestro vacío. De esta manera nosotros podemos ser capaces de entrar en aquellas palabras verdaderas de Rutherford cuando él dice “intento poner todas mis obras buenas sobre Cristo y entonces una parte del ser irá en gran manera conmigo” Esta es una experiencia que nosotros podríamos bien anhelar. ¡Que el bendito Espíritu nos dirija más a esto! Nosotros podemos ahora contemplar otra condición del corazón provista por los doce apóstoles en su retorno de su cumplida misión. “Y los apóstoles, reuniéndose con Jesús, le dieron cuenta de todo; de cuanto habían hecho, y de cuanto habían enseñado”. (Marcos 6:30 V.M.). Aquí nosotros no tenemos un caso de aflicción y desamparo, pero sí uno de regocijo y estimulo. Los doce avanzaron hacia Jesús para contarle de su buen resultado, así como los discípulos del Bautista se acercaron en el momento de su pérdida. Jesús fue igual con todos. Él podría encontrarse con un corazón que está quebrado por el dolor y Él podría encontrarse con un corazón que está lleno por la buenaventura. Él supo como controlar, calmar y dirigir, a los unos y a los otros. ¡Bendiciones por siempre sobre Su glorioso nombre! Continuará...

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