EL SECRETO DE LA FELICIDAD APÍTULO 109

MAX LUCADO SÉ AMADO, LUEGO AMA Ámense los unos a los otros. JUAN 13.34 Después de todo, tienen mal aliento y malas actitudes, y son propensos a tener malos hábitos. Pero si los tratas con cuidado, pueden tocar música. Tu museo también incluye a una serie de personas funcionales. Revisan los comestibles, califican tus pruebas o te toman la presión arterial. Usan uniforme policial y conducen autos compartidos y revisan tu computadora cuando la Internet de la oficina se cae. Ellos componen un collage de la humanidad, mezclándose más que resaltándose. Se sonrojarían con solo pensar en ser llamados Stradivarius, pero eso es lo que son. Formados de manera única y destinados a traer al mundo música única en su género. Todo lo que necesitan es a Mosconi, curador dotado y comprometido con sacar lo mejor de ellos. Todo lo que necesitan es a alguien que esté dispuesto a practicar uno de los más grandes mandamiento de reciprocidad: «Ámense los unos a los otros» (Juan 13.34, BLPH). Recuerda que Dios nos invita a encontrar la felicidad por la puerta de atrás. La mayoría de las personas busca la alegría en la puerta de enfrente. Cómpralo, póntelo, cásate o gánatelo. La puerta trasera, la menos usada, acepta la sabiduría de Dios: la felicidad llega cuando la damos. Se trata menos de recibir y más de dar, menos de recibir amor y más de dar amor a otros. La amonestación de amarse los unos a los otros se encuentra al menos once veces. Tres de Cristo (Juan 13.34; 15.12, 17); tres de Pablo (Romanos2 13.8; 1 Tesalonicenses 3.12; 4.9); una de Pedro (1 Pedro 1.22) y cuatro del apóstol Juan (1 Juan 3.11; 4.7, 11; 2 Juan 5). Continuará...

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