ACÉRCATE SEDIENTO Parte 4


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 4

Meagan 

Eric sacó un pedazo de papel del bolsillo de su chaqueta. —Me dijo que lamenta lo sucedido con Varner, Chambers, el clima en Chicago y la sobrecarga eléctrica de anoche, pero que no le había gustado el libro sobre la respiración. Al enterarse de nuestra situación precaria, se ofreció a participar en el programa. —Eso no tiene sentido. Eric abrió la puerta. Bishop entró sin perder de vista a Eric ni un instante. —¿Ya lo dejaste entrar? —En realidad, entró por iniciativa propia, pero hice varias llamadas y sé que está causando gran revuelo, sobre todo en los mercados secun-darios. Enseña ética en una escuela superior cerca de Birmingham, Alabama. Algunos líderes religiosos están preocupados por su popula-ridad, pero le gusta mucho a la gente común y corriente. Da conferencias en universidades y es popular en los banquetes. Habla mucho sobre cómo encontrar paz en el alma. Ahora Bishop iba hacia el auditorio.

—A mí me vendría bien un poco de paz. Espero que este tipo sea bueno. ¿Cuál es su nombre? —Jesse. Jesse Carpenter. —Nunca lo he oído mencionar. Vamos a darle quince minutos. Para la segunda mitad del programa, vuelve a pasar el segmento de novedades. —Pero ya hicimos eso la semana pasada. —La gente se olvida. Ve al cuarto de maquillaje para seguirle la pista a este carpintero. Meagan podía ver su rostro y el de Jesse en el espejo. Más tarde le describiría como apuesto pero no para morirse. Tenía un abrigo marrón con parches en los codos, pantalón color caqui y una corbata aceptable aunque olvidable. Se hacía la raya del pelo a un lado y parecía recién peluqueado. Meagan ató el delantal a su cuello y empezó con una conversación de cortesía, pero el hombre sonreía sin necesidad de que lo entretuvieran. 

Continuará...


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