ACÉRCATE SEDIENTO Parte 8

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 8

Meagan 

—¿Qué podemos hacer al respecto? —Lo que hacemos típicamente no funciona. Nos vamos de vaca-ciones, tomamos píldoras, lo arriesgamos todo en Las Vegas, nos aprovechamos de mujeres más jóvenes... Jesse fijó la mirada en Bishop mientras hablaba, pero si este se dio por aludido lo estaba disimulando. Meagan sí captó el mensaje y, por primera vez en mucho tiempo, sonrió.

—No funciona, señor Bishop. En mi tierra lo llamamos ‘sorber del pantano’. En el pantano hay substancias que no estamos hechos para ingerir. Esta vez Jesse se dirigió a la cámara. Por un instante Meagan sintió como si le hablara a ella, solo a ella. Como reflejo defensivo, enmudeció el volumen y solo le vio hablar. No fueron más de siete los minutos que duró su participación en el programa. Ella alcanzó a oír más tarde que Bishop y Eric habían quedado complacidos, y hasta interesados en solicitarle que volviera al programa. Ella abrigaba la esperanza de que lo hicieran.

Jesse vio a Meagan por la ventana de una cafetería mientras exprimía limón en su vaso de agua. Observó por unos minutos. El restaurante tenía aspecto añejo, al estilo de los cincuenta con aparadores para venta de sodas y mesas con bordes metálicos. Dos hombres en un asiento contiguo le dijeron algo pero ella los ignoró. El mesero le ofreció un menú y ella dijo que no. Un automóvil rechinó al frenar y asustó con la bocina a un peatón despistado. Ella levantó la mirada, y en ese momento Meagan lo vio. Jesse sonrió pero ella no, aunque tampoco desvió la mirada. Lo vio cruzar la calle angosta, entrar a la cafetería y avanzar hacia su mesa. Le preguntó si podía sentarse y ella asintió. Mientras él hacía señas al mesero, Meagan notó que Jesse se veía cansado. 

Continuará...


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