ACÉRCATE SEDIENTO Parte 16


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 16

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

En octubre de 1347 una flotilla de Génova regresó del Mar Negro, llevando en su interior la sentencia de muerte para Europa. Tras el arribo de las embarcaciones a Mesina, Italia, la mayoría de los navegantes ya estaban muertos. Los escasos sobrevivientes desearon no haber quedado con vida. La fiebre sacudió con violencia sus cuerpos, cubiertos de llagas que ardían como volcanes en la piel. Las autoridades ordenaron que las embarcaciones fueran sacadas del puerto, pero ya era demasiado tarde. Las ratas infestadas de pulgas mortíferas habían descendido por las cuerdas en dirección a la aldea, y el dictador bubónico había emprendido su marcha inclemente a lo largo y ancho del continente. La enfermedad se propagó por las rutas comerciales que atravesaban Italia

con destino a Francia y las demás naciones del norte. Al llegar la primavera ya había atravesado la frontera de Inglaterra. En el corto lapso de cinco años brutales, veinticinco millones de personas, un tercio de la población europea, había muerto. Y ese era apenas el comienzo. Tres siglos más tarde seguía en pleno furor. Tan solo en 1665, una epidemia dejó a su paso unos cien mil londinenses muertos, enviando a la tumba siete mil vidas cada semana, hasta que un invierno crudo pero apiadado mató a las nefastas pulgas. Nunca se conoció una cura ni se ofreció alguna esperanza. Los sanos pusieron en cuarentena a los infectados aunque estos tenían los días contados.

Siempre que se haga una lista de los flagelos más devastadores de la historia, la plaga negra ocupará uno de los lugares más elevados, pero no el más alto. Esta enfermedad puede llamarse catastrófica y desastrosa, pero ¿acaso ha sido la más nefasta en contra de la humanidad? No. La Biblia tiene reservado ese título para una plaga más tenebrosa, una epidemia más antigua que al compararse con la plaga negra hace que parezca un simple herpes labial. Ninguna cultura puede evitar, ninguna nación puede escapar y ninguna persona puede esquivar la infección del pecado. Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario