ACÉRCATE SEDIENTO Parte 17

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 17

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

Cúlpese a la plaga bubónica causada por la bacteria Yersinia pestis. Cúlpese a la plaga del pecado propagada por las decisiones impías. Adán y Eva voltearon sus cabezas al oír el silbido de la serpiente e ignoraron a Dios por primera vez y fatal. Eva no preguntó: «Dios, ¿qué quieres?» Adán no sugirió: «Vamos a consultarlo con el Creador». Actuaron como si no tuvieran un Padre celestial. Optaron por ignorar su voluntad y así introdujeron al mundo el pecado y su compañera inseparable, la muerte. El pecado supone en últimas un mundo sin Dios. Tal vez pensemos que el pecado consista en errores de cálculo o pasos en falso, pero Dios lo ve como una actitud impía que conduce a acciones erróneas. «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» (Isaías 53.6). La mente pecaminosa descarta a Dios y opta por no consultarle ni buscar su consejo. De la misma forma, decide no considerar con seriedad su plan. Los infectados por el pecado tratan a Dios con el mismo respeto que unos estudiantes adolescentes al profesor sustituto. Reconocen su presencia, pero no lo toman en serio.

La decisión de no enfocarnos en Dios nos lleva a centrarnos en nosotros mismos. El pecado celebra la exaltación del ego y proclama: «Es tu vida, ¿no es así? Bombea tu cuerpo con drogas, tu mente con avaricia y tus noches con placer». Los impíos llevan una vida dominada por el egoísmo, una vida infantil, una vida «en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos» (Efesios 2.3). Dios me dice que ame. Yo opto por odiar. Dios me enseña a perdonar. Yo opto por desquitarme. Dios me llama al dominio propio. Yo pretendo justificar mi libertinaje. Durante un tiempo, el pecado sacia la sed. Pero eso mismo hace el agua salada. Al poco tiempo, la sed vuelve y demanda satisfacción con más tenacidad y fuerza que antes. «Después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza» (Efesios 4.19, cursivas añadidas). Continuará...


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