ACÉRCATE SEDIENTO Parte 22


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 22

Primera parte Acepta Su Obra

DOS: Vacuna contra el pecado

Por supuesto, esto es algo que ellos no habrían podido escoger, pero en nuestro caso podemos hacerlo a través de Dios. Tú puedes seleccionar a tu padre espiritual. Puedes cambiar tu árbol genealógico pasando del de Adán al de Dios. Al hacerlo, Dios entra por completo en tu vida. Su capacidad de resistencia se convierte en tu resistencia. Su capa protectora llega a ser tuya. El pecado te podrá atraer, pero nunca te hará su esclavo. El pecado puede y con toda seguridad te tocará, te desalentará y te distraerá, pero no podrá condenarte. Cristo está en ti y tú estás en él, y «ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8.1). ¿Puedo animarte a confiar en esta verdad? Que tu oración constante sea esta: «Señor, recibo tu obra. Mis pecados son perdonados». Confía en la obra de Dios por ti. Después confía en la presencia de Cristo en ti. Bebe con frecuencia el agua refrescante de su pozo de gracia. ¡Necesitas recordar siempre que tus aflicciones no son letales! No vivas como si fueras un enfermo terminal. Hace unos años noté un temblor en mi pulgar izquierdo. Si extendía el brazo, empezaba a temblar. De inmediato me imaginé lo peor. Mi padre murió de la enfermedad de Lou Gehrig y me había llegado el turno. A la hora de consultar con un doctor, ya había preparado a mi esposa Denalyn para vivir como una viuda joven.

El informe médico demostró mi equivocación. No se halló enfermedad alguna. La peculiar condición se debía a factores como la cafeína, el estrés o algo genético, pero el doctor me confirmó: «Usted no tiene esclerosis, más bien goza de buena salud general». Tras recibir la noticia hice lo que era de esperarse. Empecé a llorar y pregunté: «Doctor, ¿cuánto tiempo me queda de vida?» El doctor sacudió la cabeza, desconcertado. «¿Podría ayudarme por favor a darle la mala noticia a mi esposa?» El doctor seguía sin responder. Supuse que estaba muy afligido por mí, así que le di un abrazo y salí del consultorio. De inmediato fui a un almacén de equipos médicos y compré una silla de ruedas y una camilla, también pregunté sobre suministro de cuidados médicos en la casa. Llamé a Denalyn y le dije que tenía malas noticias. Espera un momento, ¿acaso no oíste lo que te dijo el doctor? Entonces me pregunté a mí mismo, ¿No escuchaste lo que te dijo Dios en su Palabra? ¡Cristo mora en ti! «La sangre de Jesucristo... nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1.7). ¿Por qué entonces se ve tanta culpabilidad en nuestro rostro? ¿Por qué tanto remordimiento? ¿Por qué la sombra de la vergüenza? ¿No deberíamos vivir con sonrisas y brillo en los ojos? ¿Sabes de dónde salió esa reacción en el consultorio en cuanto a mi pulgar tembloroso? La inventé. Con toda honestidad, le di la mano al doctor, una sonrisa a la recepcionista y llamé a Denalyn con las buenas nuevas. Ahora, cada vez que veo temblar ese pulgar, lo atribuyo a un cuerpo decadente y pongo mi confianza en las palabras del doctor. Haz tú lo mismo. Así como mi pulgar tiembla de vez en cuando, también tú pecarás de forma ocasional. Cada vez que lo hagas, recuerda: El pecado puede tocarte, pero no puede absorberte ni reclamarte. ¡Cristo está en ti! Confía en su obra por ti. Él tomó tu lugar en la cruz. Además, confía que su obra está en ti. Tu corazón es su hogar, y él es tu maestro.


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