ACÉRCATE SEDIENTO Parte 32


 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 32

CUATRO: Morir para nacer

¿Qué harías con tal de evitar la muerte? Si llegaras a oír los pasos del jinete de capa negra que cabalga con una hoz en la mano, ¿qué precio te dispondrías a pagar por una prolongación de tu vida? ¿Quizá darías tu mano derecha? 

Aron Ralston lo hizo. El aventurero de veintisiete años escala las montañas rocosas en los Estados Unidos como si se tratara de un peregrinaje religioso. Ya ha conquistado cuarenta y cinco cimas solo, todas durante el invierno y la mayoría a medianoche, tras haber empezado en la madrugada. Para él no era novedad vivir al borde del precipicio día tras día, pero ¿qué le habría parecido la idea de quedar atrapado bajo un peñasco de cuatro toneladas? Ya se disponía a descender uno de tantos y dejarlo atrás cuando de repente la roca cambió de posición y dejó su mano derecha atascada contra la pared del barranco en un cañón remoto de Utah. El escalador experimentado empujó la roca con su hombro y hasta la trató de romper con su cuchillo. También intentó levantarla con sus lazos y poleas, algo obviamente imposible. El peñasco no se movió un milímetro. Después de cinco días, ya sin agua ni comida y oscilando entre períodos de profunda depresión y visiones de los buenos tiempos con sus amigos y familiares, tomó una decisión pasmosa que hace temblar a cualquiera. Decidió cortar su mano derecha.

«Se me ocurrió que si lograba romper mis huesos entre el codo y la muñeca, donde estaban atrapados, podría quedar en libertad», declaró después a los medios. «Primero logré partir el radio y unos minutos después el cúbito». A continuación, con una herramienta multiusos, de esas baratas que se consiguen en oferta especial, el escalador empezó a cortar su propia piel y carne. Continuará...


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