ACÉRCATE SEDIENTO Parte 34

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 34

CUATRO: Morir para nacer

Sin embargo, nadie la puede evadir para siempre. En una de las meditaciones sobre la muerte, la Biblia ofrece algunos hechos funestos: Este morirá en el vigor de su hermosura, todo quieto y pacífico; sus vasijas estarán llenas de leche, y sus huesos serán regados de tuétano.

Y este otro morirá en amargura de ánimo, y sin haber comido jamás con gusto. Igualmente yacerán ellos en el polvo, y gusanos los cubrirán (Job 21.23- 26). Eclesiastés 8.8 también le levanta el ánimo a cualquiera: «No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee».

Esto nos angustia porque nos gustaría tener no solo voz sino también voto en cuanto a nuestra muerte. ¿No podría Dios ofrecernos una lista de fechas opcionales para elegir el día de nuestra partida? Casi todos solicitaríamos el paquete de cien años con salud excelente seguidos por una siesta prolongada tras la cual despertaríamos en el cielo.

Sin embargo, Dios no ha delegado a nadie su agenda para el manejo de esas fechas tan importantes. Por razones no divulgadas, Él toma esas decisiones sin requerir nuestro consentimiento. Por supuesto, aunque la fecha de tu muerte no ha sido revelada, sí está confirmado que es inevitable. «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9.27). El escalador de Utah no es el único en llegar a esa encrucijada de vida o muerte en aquel callejón sin salida. «¿Qué hombre vivirá y no verá muerte?» (Salmo 89.48). Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario