ACÉRCATE SEDIENTO Parte 35

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 35

CUATRO: Morir para nacer

Nadie se exime de esta realidad y tú, al igual que todos los hijos de Dios, vives a un solo suspiro de distancia de tu propio funeral. Por supuesto, desde la perspectiva de Dios esto no debería entristecernos. Él responde a tales hechos graves y funestos con esta noticia grandiosa: «Mejor el día de la muerte que el día del nacimiento» (Eclesiastés 7.1). Esto es lo que hace la diferencia. El cielo disfruta una reacción tipo «pabellón de maternidad» con los funerales. Los ángeles observan los entierros de la misma manera en que los abuelos esperan que se abran las puertas de la sala de partos. «¡Va a salir de ahí en cualquier momento!» Les cuesta esperar al recién nacido que está pronto a llegar. Mientras nosotros vamos en la carroza fúnebre vestidos de negro, ellos cuelgan ribetes rosados y azules y se reparten confites. Nosotros no nos lamentamos cuando entra un nuevo bebé al mundo. Asimismo, las huestes celestiales no lloran cuando lo dejamos atrás.

Oh, cuántos de nosotros temblamos al pensar en la muerte. ¿Sientes esa aprehensión? ¿Tienes miedo de morir? ¿Se roba ese miedo el gozo de tu vida? Puede ocurrir así, como le sucedió a una joven llamada Florence. Al cumplir treinta y siete años informó a sus amigos que su vida pendía de un hilo que podría romperse en cualquier momento. Por eso decidió meterse a la cama, y quedó allí confinada ¡durante cincuenta y tres años! Su declaración de muerte demostró ser verdadera, porque sí murió, solo que a los noventa años de edad. Los doctores no encontraron causa médica. Los que la examinaron se alejaron de su lecho de muerte sin saber qué decir. Casi todos la habían diagnosticado como una hipocondríaca sin esperanza que temía la muerte y vivía obsesionada por su inminencia. Continuará...


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