ACÉRCATE SEDIENTO Parte 36




 ACÉRCATE SEDIENTO Parte 36

CUATRO: Morir para nacer

A excepción de tres años, Florence vivió acobardada frente al titán de la muerte. Se volvió famosa durante esos años en el frente de batalla de la guerra de Crimea, no por haber sufrido sino por brindar amistad y cuidado a los que sufrieron. Florence Nightingale pasó a la historia como la enfermera más famosa, pero vivió la mayor parte de su existencia como una esclava de la muerte.

¿Qué decir de ti? ¿El temor a la muerte te roba el gozo de vivir? Si es así, ¡vive! Después de todo, Jesús vino para «librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre» (Hebreos 2.15). La muerte opera dentro de la jurisdicción que Dios le ha señalado y los forenses le rinden cuentas. «Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven» (Romanos 14.9). Tu muerte puede tomarte por sorpresa y entristecer a mucha gente, pero en el cielo no se sabe de muertes a destiempo: «Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas» (Salmo 139.16).

Dios nos distribuye y asigna días como el encargado de una tienda que recibe y dispensa monedas y billetes. Para todos los que dudan de su poder, Jesús tiene tres palabras: «¡Lázaro, ven fuera!» (Juan 11.43). Si la Biblia tuviera una lista de los muertos más famosos, Lázaro iría a la cabeza. Vivió en Betania, una aldea apacible cerca de Jerusalén. Jesús pasó bastante tiempo allí. Tal vez le gustaba la cocina de Marta o la devoción de María, pero algo sí es seguro: Consideraba a Lázaro como un amigo querido. La noticia de su muerte motiva a Jesús a decir: «Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle» (Juan 11.11). Continuará...


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