ACÉRCATE SEDIENTO Parte 37

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 37

CUATRO: Morir para nacer

Cuatro días después del funeral es cuando Jesús al fin aparece y literalmente llama a su amigo con un «¡Lázaro, ven fuera!» Trata de imaginar lo que sintió Lázaro al oír esas palabras. Aquel Lázaro enviado desde el cielo donde había estado tan dichoso durante los últimos cuatro e inmensurables días. A estas alturas ya habría entablado amistades con otros santos. El rey David le habría mostrado su colección de arpas, Moisés le habría invitado a tomar té con maná. Elías y Eliseo le habrían dado un paseo en el carro de fuego. Daniel le habría prometido un león de la historia bíblica y Lázaro casi se dispone a visitarlo cuando oyó la voz que resonó por toda la ciudad celestial. «¡Lázaro,ven fuera!» Todos allí conocen esa voz. Nadie pregunta ¿y quién fue ese? Los ángeles se quedan quietos, mientras los habitantes de la ciudad santa se fijan en el chico de Betania y alguien dice: «Parece que el deber te llama otra vez por esos lados».

Lázaro no duda del llamado. El pasaporte celestial viene acompañado de comprensión perfecta. Tampoco objeta el llamado, pero si así lo hubiera hecho, ¿quién le habría amonestado? Su cuerpo celestial no sabe de fiebre, su futuro está libre de todo temor, vive en una ciudad carente de candados, prisiones y antidepresivos. Como el pecado y la muerte no existen, los predicadores, los doctores y los abogados están en plena libertad para adorar a Dios. ¿Culparía alguien a Lázaro por reaccionar al llamado diciendo: «Si no es indispensable, no me hagan volver allá, por favor»? No obstante Lázaro se abstiene de cuestionar el mandato, al igual que todos los demás. Los viajes de regreso han sido bastante frecuentes en los últimos días. La hija del jefe de la sinagoga, el joven de Naín y ahora Lázaro de Betania. Lázaro se dirige a la puerta de salida que solo se usa en muy raras ocasiones. Continuará...


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