EL REMANENTE Capítulo 14

¡Qué bendita posición! ¡Qué preciosa porción! Son llamados, santificados (separados) y guardados. Tal era su posición; mientras que su porción era ésta: Misericordia, paz y amor. Y todo esto es presentado como perteneciente seguramente a todo verdadero hijo de Dios sobre la faz de la tierra antes de que fuera escrita una sola palabra acerca de la embravecida marea de la apostasía que estaba por arrollar a toda la iglesia profesante. Repetimos y quisiéramos hacer hincapié en la expresión todo verdadero hijo de Dios. No basta con ser un profesante bautizado, un miembro afiliado a una denominación eclesiástica, por muy respetable y ortodoxa que sea. En la iglesia profesante —al igual que en el Israel de antaño— el remanente se compone de aquellos que son fieles a Cristo, que se aferran tenazmente a su Palabra en toda circunstancia, que se dedican por entero a sus intereses y que aman su venida. En una palabra, no se trata de ser miembro de una iglesia ni de estar en comunión sólo de nombre aquí o allí, con éstos o con aquéllos, sino de una realidad viviente. Tampoco se trata de una arrogación, de tomar el nombre, sino de pertenecer de veras al remanente; no es cuestión del nombre, sino del poder espiritual. Como lo dijo el apóstol: “...conoceré, no las palabras, sino el poder...” (1.ª Corintios 4:19). ¡Palabras de peso para todos nosotros! Consideremos ahora las preciosas palabras de exhortación dirigidas al remanente cristiano. ¡Que el Espíritu las invista de poder para el bien de nuestras almas! “Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.” Los santos son remitidos a las Santas Escrituras y a ellas solamente. Continuará...

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LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS