EL REMANENTE Capítulo 20

Esto es mucho más caro para Él que los servicios más vistosos y los sacrificios más suntuosos que pudieran realizarse. Lo que el Señor busca es un lugar en el corazón. Sin esto todo es vano: ceremonias, sacramentos, servicios ritualistas, actividades religiosas; todo carece absolutamente de valor. Pero el más leve suspiro de los afectos del corazón por Él, le es preciosísimo. Oigamos lo que dice nuestro adorable Señor, cuando derrama su amante corazón ante esta querida compañía filadelfa, el verdadero remanente cristiano: “Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás [aquellos emplazados sobre el presuntuoso terreno de la religión tradicional] a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado” [¡hecho precioso y bendito; base y garantía de todos los fieles hoy y por la eternidad!]. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia [no de mi poder], yo también te guardaré de la hora de la prueba[6] que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra”[7](v. 7-10). El Señor Jesucristo se compromete en su gracia a guardar a su amada Asamblea fuera de la terrible hora de la prueba que vendrá sobre toda la escena de este mundo. Antes que un solo sello se haya abierto, que una sola trompeta haya sonado o que una sola copa haya sido derramada, Él tendrá a su pueblo celestial consigo en su hogar celestial. ¡Bendito sea su Nombre por esta esperanza resplandeciente, bienaventurada y tranquilizadora, que colma de gozo el corazón! ¡Ojalá que vivamos en el poder de ella entretanto aguardamos que nuestro gozo sea cumplido! Continuará...

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LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS