EL YUGO DESIGUAL CPÍTULO 31

4- EL YUGO DESIGUAL FILANTRÓPICO Sólo nos resta considerar el aspecto filantrópico del yugo desigual. Muchos dirán: «Admito plenamente que no deberíamos unirnos para el culto o el servicio para Dios con incrédulos declarados; pero sí tenemos libertad de unirnos a ellos para promover objetos de filantropía, como, por ejemplo, para proveer a las necesidades de los pobres, distribuirles pan y ropas, recuperar personas entregadas a diversos vicios tales como alcohólicos, drogadictos, etc., establecer asilos para ciegos, manicomios, fundar hospitales y sanatorios para la atención de enfermos y heridos, lugares de refugio para los abandonados, para las viudas y los huérfanos; en una palabra, para todo aquello que pueda contribuir a mejorar el estado físico, moral e intelectual de nuestros semejantes.» Esto, a primera vista, parece sobradamente bello; pues alguien me podría preguntar si yo no quisiera ayudar a un hombre en la ruta a sacar su vehículo atascado en el barro; a lo que contesto: por cierto que sí. Pero si se me pregunta si quisiera hacerme miembro de una sociedad mixta de creyentes e inconversos que tuviera por objeto remolcar vehículos atascados, entonces me rehusaría; no a causa de pretender una santidad superior, sino porque la Palabra de Dios dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos.” Tal sería mi respuesta, cualquiera fuese el objeto de tal sociedad. Al siervo de Cristo se le ordena estar “dispuesto a toda buena obra”; “hacer bien a todos”; “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones” (Tito 3:1; Gálatas 6:10; Santiago 1:27). Pero debe hacer todo eso como siervo de Cristo, y no como miembro de una sociedad o un comité donde se admiten indistintamente inconversos, ateos y todo tipo de personas malvadas e impías. Además, debemos recordar que toda la filantropía de Dios está relacionada con la cruz del Señor Jesucristo. Continuará...

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