LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 2

INTRODUCCIÓN No cabe duda de que este resultado triste y penoso puede ser producto de varias causas, tales como una mente legalista, una conciencia mórbida, un corazón ocupado en sí mismo, una mala enseñanza, una inclinación secreta hacia las cosas de este mundo, algunas reservas en el corazón en cuanto a las demandas de Dios, de Cristo y de la eternidad. Pero cualesquiera sean las causas que han contribuido a ello, creemos que, en casi todos los casos, se puede llegar a la conclusión de que la falta de una paz inquebrantable, tan común en el pueblo de Dios, es el resultado de no ver ni creer lo que Dios ha hecho que Su Cristo sea para ellos y por ellos; y eso, para siempre. Basados en las preciosas páginas de la Palabra de Dios, nos proponemos en este tratado mostrar al lector angustiado, que todo lo que pueda necesitar, ya sea para satisfacer las demandas de su conciencia, los anhelos de su corazón o las exigencias de su marcha diaria, está atesorado para él en Cristo. Trataremos de probar, por la gracia de Dios, que la obra de Cristo es el único lugar verdadero de reposo para la conciencia; que su Persona es el único objeto verdadero para el corazón; y que su Palabra es la única guía verdadera para su andar. Consideremos, pues, primero: LA OBRA DE CRISTO COMO EL ÚNICO LUGAR DE REPOSO PARA LA CONCIENCIA Al considerar este gran tema, dos cosas reclaman nuestra atención: Primero: Lo que Cristo hizo por nosotros, o sea, su obra en la cruz. Segundo: Lo que Cristo está haciendo por nosotros, o sea, su obra presente. En la primera, tenemos la expiación; en la segunda, la intercesión. Murió por nosotros en la cruz; vive para nosotros en el trono.

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