LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 3

LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO
1- LO QUE CRISTO HIZO POR NOSOTROS Por su preciosa muerte expiatoria, nuestra condición de pecadores ha quedado totalmente resuelta. Llevó nuestros pecados y los alejó para siempre. Cargó con todos nuestros pecados, los pecados de todos los que creen en su nombre: “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). Y de nuevo: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3: 18). Ésta es una gran verdad, de suprema importancia para el alma ansiosa, una verdad que yace en el fundamento mismo de toda la posición cristiana. Es imposible que un alma verdaderamente despertada, que una conciencia espiritualmente iluminada, pueda disfrutar de una paz divinamente establecida, hasta que haya echado mano, con fe sencilla, de esta preciosa verdad. Tengo que saber, apoyado en la autoridad divina, que todos mis pecados han sido borrados para siempre de la vista de Dios; que él mismo ha acabado con ellos de manera tal de satisfacer todas las demandas de su trono y todas las perfecciones de su naturaleza; que él se ha glorificado a sí mismo al haber quitado todos mis pecados de una manera mucho más elevada y maravillosa que si me hubiese enviado a un infierno eterno por causa de ellos. Sí, él mismo lo ha hecho. Ésta es la verdadera sustancia, el meollo de todo el asunto. Dios ha cargado sobre Jesús nuestros pecados, y así nos lo dice en su santa Palabra, a fin de que lo sepamos basados en la autoridad divina, una autoridad que no puede mentir. Dios lo planeó; Dios lo llevó a cabo; Dios lo dice. Todo, de punta a cabo, proviene de Dios, y a nosotros nos toca sencillamente confiar en ello como un niño. ¿Cómo sé yo que Jesús llevó mis pecados en su cuerpo sobre el madero? Justamente por la misma autoridad que me dice que yo tenía pecados que pesaban sobre mí. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario