LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 19

2- NUESTRA SEGURIDAD DEL PERDÓN DE LOS PECADOS Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (Romanos 6:17-22). Aquí está el precioso secreto de una vida santa. Estamos muertos al pecado; vivos para Dios. Se acabó el reinado del pecado. ¿Qué tiene que ver el pecado con un muerto? Nada. Pues bien, el creyente ha muerto con Cristo; ha sido sepultado con Cristo y ha resucitado con Cristo para andar en novedad de vida. Vive bajo el reinado precioso de la gracia y tiene por fruto la santificación. La persona que se vale de la abundancia de la gracia divina como pretexto para vivir en pecado, está negando el fundamento mismo del cristianismo. “Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:2). ¡Imposible! Sería negar por completo la posición del cristiano. Imaginarse al cristiano como alguien que va a seguir pecando y arrepintiéndose, y vuelta a empezar, un día tras otro, una semana tras otra, un mes tras otro y un año tras otro, equivale a degradar el cristianismo y a falsificar toda la posición del cristiano. Decir que un cristiano tiene que continuar pecando porque tiene la carne en sí mismo, es ignorar la muerte de Cristo en uno de sus aspectos más importantes y contradecir toda la enseñanza del apóstol en los capítulos 6 a 8 de Romanos. Continuará...

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