LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 20

2- NUESTRA SEGURIDAD DEL PERDÓN DE LOS PECADOS Gracias a Dios, no hay necesidad alguna de que el creyente cometa pecado. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis” (1 Juan 2:1). No debemos excusarnos ni de un solo pensamiento pecaminoso. Nuestro gran privilegio es andar en la luz, como Dios está en la luz; y cuando andamos en la luz, es cosa por demás segura que no estamos cometiendo pecado. ¡Ay! Nos salimos de la luz y cometemos pecado; pero la idea normal, verdadera, divina, de un cristiano es que ande en la luz y no cometa pecado. Un solo pensamiento pecaminoso es cosa ajena al verdadero espíritu del cristianismo. Dentro de nosotros, tenemos el pecado y continuaremos teniéndolo mientras estemos en el cuerpo; pero, si andamos en el Espíritu, el pecado que hay en nuestra naturaleza no se manifestará en nuestra vida. Decir que no necesitamos pecar es afirmar un privilegio cristiano; decir que no podemos pecar es un engaño y una decepción.

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