LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 23

3- LO QUE CRISTO HACE HOY POR NOSOTROS Todo esto es de lo más deplorable. Contrista al Espíritu Santo, hiere el corazón de Cristo, deshonra a la gracia de Dios y contradice las más claras afirmaciones de las Sagradas Escrituras. Estamos completamente persuadidos de que la condición actual de millares de almas basta para hacer sangrar el corazón; y todo esto se debe, en gran proporción, a las enseñanzas de la cristiandad, a sus credos y formularios. ¿Dónde se puede hallar, entre las filas ordinarias de la profesión cristiana, una persona que disfrute de una conciencia perfectamente purificada, de paz con Dios y del Espíritu de adopción? ¿No es verdad que al pueblo se le ha enseñado pública y sistemáticamente que es el colmo de la presunción el que alguien diga que todos sus pecados ya están perdonados, que tiene vida eterna, que está justificado de todas las cosas, que es acepto en el Amado, que está sellado con el Espíritu Santo, que no puede perderse, porque ya está unido a Cristo por el Espíritu que mora en él? ¿Acaso no son todos estos privilegios cristianos prácticamente negados e ignorados en la cristiandad? ¿No se le enseña a la gente que es peligroso estar demasiado confiado; que es más seguro moralmente vivir con duda y temor; que a lo más que podemos aspirar es a tener la esperanza de que iremos al cielo cuando muramos? ¿Dónde se les enseñan a las almas las gloriosas verdades acerca de la nueva creación? ¿Dónde son enraizadas y fundamentadas las almas en el conocimiento de la posición que ocupan en una Cabeza resucitada y glorificada en los cielos? ¿Dónde son conducidas al disfrute de estas cosas que Dios otorga libremente a su amado pueblo? ¡Ay! Nos apena pensar en la única respuesta verdadera que puede darse a estas preguntas. El rebaño de Cristo está esparcido por montes oscuros y páramos desolados. Las almas del pueblo de Dios son dejadas en la sombría distancia que caracterizaba al sistema judaico. Continuará...

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