LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 24

3- LO QUE CRISTO HACE HOY POR NOSOTROS No conocen el significado del velo rasgado, de la cercanía de Dios, ni son conscientes de ser aceptos en el Amado. La mesa misma del Señor está velada con las frías y oscuras nieblas de la superstición, y cercada por las repulsivas barreras de un oscuro y funesto legalismo. Una redención cumplida, un perdón total de los pecados, una justificación perfecta delante de Dios, una aceptación en el Cristo resucitado, el Espíritu de adopción, la brillante y bienaventurada esperanza de la venida del Esposo: todas esas grandiosas y gloriosas realidades, esos privilegios establecidos de la Iglesia de Dios, son, en la práctica, dejados a un lado por las enseñanzas y la maquinaria religiosa de la cristiandad. Algunos pensarán tal vez que hemos trazado un cuadro demasiado sombrío. Sólo podemos decir, y lo decimos con toda sinceridad, que ojalá nos equivocáramos. Lamentablemente el cuadro refleja la realidad; más aún, la realidad es mucho más espantosa que el cuadro. Nos impresiona profunda y penosamente el hecho de que la condición, no sólo de la Iglesia profesante, sino también de miles de verdaderas ovejas del rebaño de Cristo, es tal que, si la contempláramos como la ve Dios, nos quebrantaría el corazón. No obstante, tenemos que seguir adelante con nuestro tema y, al hacerlo, ofreceremos el único remedio que puede aconsejarse para la deplorable condición de tantos hijos de Dios. Nos hemos ocupado de la obra preciosa que nuestro Señor Jesucristo cumplió por nosotros, al quitar de en medio todos nuestros pecados y al condenar el pecado, garantizándonos una remisión perfecta de los primeros y una liberación completa del segundo, considerado como un poder dominador. El cristiano es una persona que no sólo ha sido perdonada, sino también libertada. Continuará...

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