LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 25

3- LO QUE CRISTO HACE HOY POR NOSOTROS Cristo ha muerto por él, y él ha muerto en Cristo. Por eso ahora es libre, como quien ha resucitado de entre los muertos y vive para Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Es una nueva criatura. Ha pasado de muerte a vida. La muerte y el juicio quedaron atrás, y delante de él solamente está la gloria. Posee un título imborrable y una perspectiva sin nubes. Ahora bien, si todo esto es efectivamente cierto con respecto a todo hijo de Dios ―y la Biblia dice que es cierto―, ¿qué más se puede necesitar? Nada, en cuanto al título; nada, en cuanto a la posición; nada, en cuanto a la esperanza. En cuanto a todas estas cosas, tenemos perfección absoluta, divina; pero nuestro estado, nuestro andar, no es perfecto. Estamos todavía en el cuerpo, rodeados de múltiples debilidades, expuestos a muchas tentaciones, propensos a tropezar, a caer y a extraviarnos. Somos incapaces de pensar por nosotros mismos un pensamiento santo, o de conservarnos por un solo momento en la bienaventurada posición en la que la gracia nos ha introducido. Es cierto que tenemos vida eterna y que estamos unidos a la Cabeza viva en el cielo, por medio del Espíritu Santo descendido a la tierra, de forma que estamos eternamente seguros. Nada puede tocar jamás nuestra vida, puesto que “está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3). Pero, aunque nada puede tocar nuestra vida o perturbar nuestra posición, nuestra comunión está expuesta a interrupciones, por ser imperfectos nuestro estado y nuestro andar; por eso necesitamos la obra presente de Cristo por nosotros. Continuará...

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