LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 28

3- LO QUE CRISTO HACE HOY POR NOSOTROS Sin duda que hay ―y que debe haber― arrepentimiento y juicio propio; pero, ¿cómo se producen? ¿De donde proceden? Aquí está: “Abogado tenemos para con el Padre” (1 Juan 2:1). Su poderosa y siempre eficaz intercesión es la que proporciona al que peca, la gracia del arrepentimiento, del juicio de sí mismo y de la confesión. Es sumamente importante que el cristiano tenga completa claridad acerca de esta gran verdad fundamental del ministerio sacerdotal o de la poderosa intercesión de Cristo. Algunas veces pensamos equivocadamente que, cuando fracasamos en nuestra obra, tenemos que hacer algo de nuestra parte para poner en orden las cosas entre nuestra alma y Dios. Nos olvidamos de que, incluso antes de darnos cuenta del fracaso —antes de que nuestra conciencia se percate realmente del hecho—, nuestro adorable Abogado ha estado intercediendo con el Padre sobre ello; y debemos a Su intercesión la gracia del arrepentimiento, de la confesión y de la restauración. “Si alguno peca, tenemos...” ¿qué? ¿Volver a la sangre? ¡No! Nótese bien lo que el Espíritu Santo declara: “Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. ¿Por qué dice: “el justo”? ¿Por qué no dice: el benigno, el misericordioso, el que se compadece? ¿No es él todo eso? Con toda seguridad; pero ninguna de esas perfecciones tendría aquí su lugar adecuado, pues el bienaventurado apóstol está poniendo delante de nosotros la consoladora verdad de que, en todos nuestros errores, pecados y fracasos, tenemos siempre un representante “justo” delante del Dios justo, del Padre Santo, de forma que nuestros asuntos jamás pueden fracasar. “Viviendo siempre para interceder por ellos”; y porque vive siempre, “puede también salvar perpetuamente —hasta llegar al final mismo— a los que por él se acercan a Dios” (Hebreos 7:25). Continuará...

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