LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 32

4- CRISTO COMO OBJETO DEL CORAZÓN Quizá piense alguno de nuestros lectores que estamos asumiendo un terreno demasiado elevado o exagerando. A quien así piense, le querríamos preguntar: ¿qué terreno debemos tomar? Ciertamente, el terreno cristiano, si somos cristianos. Pues entonces, si hemos de asumir una posición cristiana, ¿cómo sabremos cuál es en realidad esa posición? Con seguridad por el Nuevo Testamento. ¿Y qué nos enseña? ¿Acaso autoriza a que el cristiano se mezcle, en cualquier forma o medida, con los entretenimientos, diversiones y vanidades del presente mundo malo? Prestemos atención a las solemnes palabras de nuestro adorable Señor en Juan 17:14-18: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. ¿Se puede concebir una medida mayor de identificación que la que se nos muestra en estas palabras? Dos veces, en este breve pasaje, nuestro Señor dice que no somos del mundo, como tampoco él lo es. ¿Qué tiene que ver con el mundo nuestro adorable Señor? ¡Nada! El mundo lo ha rechazado completamente y lo ha echado fuera. Lo clavó en una vergonzosa cruz entre dos malhechores. El mundo sigue siendo reo de todo esto, tan plena y vivamente como si el acto de la crucifixión se hubiese llevado a cabo ayer, en el centro mismo de la civilización actual y con el consentimiento unánime de todos. No hay ni un solo vínculo moral entre Cristo y el mundo. Más aún, el mundo está manchado con Su asesinato y tendrá que responder por el crimen ante Dios. Continuará...

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