LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 36

5- VERDADERA PAZ DE CONCIENCIA Y AUTÉNTICO REPOSO DE CORAZÓN Si el lector ha sido capaz, por medio de la gracia, de asimilar lo que ha sido objeto de nuestra consideración en estas páginas, tendrá un remedio perfecto para toda intranquilidad de conciencia y para todo desasosiego de corazón. Para aquietar la conciencia, bastará confiar en la obra de Cristo con fe sencilla. Para sosegar el corazón, será suficiente poner la mirada, con “ojo sencillo”, en la Persona de Cristo. Por tanto, si no disfrutamos de paz en la conciencia, ello se debe solamente a que no descansamos en la obra consumada de Cristo; y si el corazón no halla sosiego, ello demuestra que no estamos satisfechos con Cristo mismo. No obstante, ¡qué pocos, aun del pueblo amado del Señor, conocen lo uno o lo otro! ¡Qué raro es hallar una persona que goce de verdadera paz de conciencia y de auténtico reposo de corazón! En general, los cristianos no aventajan, ni una pizca, a la condición de los santos del Antiguo Testamento. No conocen la bendición de una redención cumplida; no disfrutan de una conciencia purificada; no pueden acercarse “con corazón sincero, en plena certidumbre de fe”, teniendo “purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:22). No comprenden la grandiosa verdad de la morada del Espíritu Santo en ellos, en virtud de lo cual pueden clamar: “Abba, Padre” (Gálatas 4:6). En cuanto a su experiencia, están bajo la ley; nunca han entrado de verdad en la bendición profunda de estar bajo el reinado de la gracia. No se puede dudar de que tienen la vida y aman las cosas de Dios; sus gustos, sus costumbres, sus aspiraciones, más aún, sus mismos ejercicios de corazón, sus conflictos, sus ansiedades, dudas y temores, todo ello demuestra la existencia de la vida divina. En cierto modo, están separados del mundo, pero su separación es negativa, más bien que positiva. Se debe a que ven la completa vanidad del mundo y a que no puede satisfacerles el corazón, antes que a haber hallado un objeto digno en Cristo. Continuará...

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