LA PLENA SUFICIENCIA DE CRISTO CAPÍTULO 16

2- NUESTRA SEGURIDAD DEL PERDÓN DE LOS PECADOS Querido lector angustiado por este tema, ¿puede usted estar perplejo todavía acerca del perdón de sus pecados? Cristo padeció por los pecados. Dios proclama la remisión de pecados y empeña su Palabra en ello: “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43). ¿Qué más quiere? ¿Cómo puede usted dudar o demorarse por un momento más? ¿Qué está aguardando? Tiene la obra consumada de Cristo y la fiel palabra de Dios. Seguramente esto habría de bastar para satisfacer su corazón y tranquilizar su conciencia. Le rogamos, pues, que acepte la remisión plena y perpetua de todos sus pecados. Reciba en su corazón las dulces noticias del amor y de la gracia de Dios y siga gozoso su camino. Escuche la voz del Salvador resucitado, que habla desde el trono de la Majestad en las alturas y le asegura que todos sus pecados están perdonados. Deje que esos suaves acentos, de la boca de Dios mismo, caigan sobre su alma angustiada con su poder emancipador: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12). Si Dios me habla así, si él me asegura que no se acordará jamás de mis pecados, ¿no debería estar totalmente satisfecho para siempre? ¿Por qué habré de continuar dudando y dándole vueltas a la cabeza, si Dios lo ha dicho? ¿Qué mayor seguridad que la que da “la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23)? Ese es el único fundamento de mi certeza; y no hay poder en la tierra ni en el infierno —poder humano o diabólico— que pueda sacudirlo. La obra consumada de Cristo y la fiel Palabra de Dios constituyen la base y la autoridad del pleno perdón de los pecados. Continuará...

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